Tren, check!
Apartamento, check!
Comida, check!
Zagreb, check!
Coche, chec… espera!
La llegada anoche fue bastante cómoda. El tren iba en tiempo y en la estación nos esperaba Christina, que amablemente, nos iba a acompañar al apartamento. Todo a pedir de boca.
Por la mañana, turismo intensivo, fotos a tutiplén y cambio de divisas.
Zagreb es interesante, un medio camino entre la arquitectura comunista y el Mediterráneo, muy remozada y prestando mucha atención al turista. Personalmente, me ha gustado mucho y apunto la posibilidad de volver a corto plazo, son solo 6 horas en tren desde Viena.
Por la tarde llego el cachondeo, primero comprando una tarjeta de teléfono croata, [nota para viajeros]: son muy baratas, las venden en los kioskos y ahorran mucho dinero a la hora de comunicarse con los hoteles o apartamentos.
Después, al llamar a nuestro amigo de Kompas Rent a Car empezó la parte de aventura del viaje: no había coches, no había reserva (que estaba hasta pagada) y por si fuera poco, el responsable decia que estaba en un funeral. Fiestón.
Lo siguiente incluye, llamadas a seguro de viaje y consulado, búsqueda de otro coche, denuncia en la policía y viaje al aeropuerto a buscar coche y recoger al cuarto miembro del equipo para el viaje.
No con poca fortuna el viaje al aeropuerto fue la solución a todos los problemas, apareció un coche de la nada, el equipaje de los 4 quedaba como un guante en el maletero y la salida hacia el parque nacional de Plitvice fue fluida y sin perdernos.
Un aplauso, además, para Branco, nuestro anfitrión en el parque. Nos espero amablemente hasta las dos de la madrugada y no contento con eso, nos fue a buscar a la carretera para que no nos perdiéramos buscando el apartamento.