Para combatir el frio invernal que esta semana ha decidido quedarse por la capital del Vals.
Para combatir el frio invernal que esta semana ha decidido quedarse por la capital del Vals.
Con mucho retraso escribo la última parada del viaje a croacia de este verano. A ver si me acuerdo…
Salimos de Dubrovnik pronto por la mañana para hacer en coche el camino hasta Ploče, en ese punto nos dividiriamos, el cocher seguiria dando vueltas por Croacia y Bosnia, mientras Sergio y yo nos ibamos… en autobus a disfrutar de las maravillas de la carretera de costa croata.
El palacio diocleciano.
Básicamente el turismo en Split es eso. 30000 metros cuadrados de palacio de mas de 2000 años que en vez de ser mostrado como museo, sirve para dar cobijo a viviendas, tiendas, bares, restaurantes y casi cualquier cosa que se os ocurra. Seguramente por eso sigue en pie.
Y en eso se nos fue el último día del viaje, en pasear, perdernos y encontrarnos por dentro del palacio diocleciano y por supuesto, en tomarnos la última cerveza sentados al pie de la torre del palacio, un marco incomparable.
Como durante todo el viaje, en Dubrovnik nos alojamos en un apartamento alquilado a una familia croata. En este caso, como de costumbre, el trato impecable aunque un poco mas lejos del centro que las dos veces anteriores y eso se nota porque dubrovnik es una escalera continua.
Contruida al abrigo de montañas, la ciudad es un continuo de escaleras y rampas y en días de 32 grados se nota. Otra cosa es que le echáramos valor y al asunto y nos pateáramos las murallas enteras y al sol del mediodía. Sudores aparte la visita es obligada, la labor de reconstrucción de la ciudad es imponente y el resultado es que no parece que hace 15 años fuera casi totalmente destruida por la guerra de los Balcanes.
Como dice el titulo, la piedra, blanca y brillante es protagonista, especialmente en días soleados donde la ciudad tiene un brillo cegador que llega a convertir el suelo de la calle principal en un espejo.
Especialmente recomendable si se quiere ir a fotografiar la ciudad es evitar el mediodía, normalmente es mejor evitarlo, pero en dubrovnik es casi imprescindible si el sol da de lleno.
Para cerrar la estancia en «la perla del mediterraneo» nos volvimos al mismo restaurante de la noche anterior, magnifica comida, precio, calidad y en pleno puerto antiguo de la ciudad.
Llegar de noche a Dubrovnik no es la mejor idea que se puede tener si vas en coche, la carretera es de montaña, estrecha y con trafico, por si fuera poco hay que cruzar un pedazo de Bosnia y Herzegovina, con su amable policía de frontera y además el paisaje a medida que llegas es maravilloso, de día.
Pero aun así, hasta las diez de la noche no llegamos al apartamento, con la ya habitual hospitalidad y hasta cariño de la dueña, una constante en el viaje.
El lado positivo de llegar de noche a dubrovnik es ese mismo, que es de noche y el golpe en los morros es mayor, la muralla, las calles, la iluminación y la cantidad de gente te dejan con la boca abierta.
Tarde a la cama y prontito arriba al día siguiente que hay mucho que ver.
Autopista hasta medio camino a Dubrovnik, eso lo tenemos ya claro, hasta dentro de unos meses no llegará a dubrovnik una carretera segura y digna.
A medio camino entre Split y Dubrovnik está Makarska, un pueblecillo costero que recuerda a la costa española, chiringuitios y mercadillo junto a la playa, música pachanguera mucha gente, salvo por la playa de piedras podría pasar por algún sitio de Levante.
La playa, como decía la guía es muy bonita pero no especialmente impresionante, al menos es lo que pensamos tras ver, al paso hacia dubrovnik, las playas de la costa sur de croacia. Cada recorte al mar deja un pueblo con torre, puerto y playita con una pinta preciosa, con tiempo ese puede ser un viaje muy bonito.
Como no hay cara sin cruz, un sitio como ese tiene la cruz de las comunicaciones. La carretera es un asco, así con todas las letras, la autopista en construcción se ve algunas veces a lo lejos, como el bote de galletas en la estantería alta, a ver si para la próxima esta ya terminada.
Arena fina y playas de película no son el standard en Croacia lo cual es una suerte si, como a mi, la arena de la playa te resulta incomoda. Los croatas no tienen problemas a la hora de acercarse al borde del paseo marítimo dejar las chanclas y tirarse al agua, mucho menos ritual y mas cómodo si no piensas tomar el sol.
A nivel menumental (sic) Zadar no llama especialmente la atención pero tiene buen ambiente nocturno, un paseo marítimo muy cuidado, un par de atracciones interesantes, tanto el «órgano del mar» como el «monumento al sol» desde el que se puede disfrutar un atardecer espectacular con el sol cayendo en el mar.
Con esto y un par de interacciones culinarias, una buena y la otra para olvidar se nos fueron otras dos noches del viaje al tiempo que salíamos camino de Makarska, según Lonely Planet, una de las mejores playas de Croacia.
294,82 km cuadrados, patrimonio natural de la UNESCO, hidrografía calcárea… Y muy bonito que es lo entra por los ojos.
Plitvice ha sido la siguiente parada en el camino. Salimos pronto por la mañana para engullir un desayuno completo y sano a base de hamburguesaza, patatas fritas y zumo. Que el día iba a ser muy largo y de mucho desgaste.
Casi 6 horas y media, las fotos lo requerían y normal porque el marco era incomparable (expresión adoptada y usada y abusada) así que no nos avergüenza haber ido tan lento. Hay que disfrutar del camino.
Bosques de hayas y abetos, casi inexplorados y afortunadamente muy poco explotados, lagos, cascadas y rios que además se complementan. Todo lo que hay en el parque lo hay en muchos otros sitios, pero lo dificil es que estén juntos. Y eso es lo tremendo del sitio, una delicia para los foteros de naturaleza.
Tras la caminata, vuelta al coche, repaso, carretera y manta que en Zadar nos esperaba Ivica en el apartamento y el primer contacto con la pizza croata, un descubrimiento.
Tren, check!
Apartamento, check!
Comida, check!
Zagreb, check!
Coche, chec… espera!
La llegada anoche fue bastante cómoda. El tren iba en tiempo y en la estación nos esperaba Christina, que amablemente, nos iba a acompañar al apartamento. Todo a pedir de boca.
Por la mañana, turismo intensivo, fotos a tutiplén y cambio de divisas.
Zagreb es interesante, un medio camino entre la arquitectura comunista y el Mediterráneo, muy remozada y prestando mucha atención al turista. Personalmente, me ha gustado mucho y apunto la posibilidad de volver a corto plazo, son solo 6 horas en tren desde Viena.
Por la tarde llego el cachondeo, primero comprando una tarjeta de teléfono croata, [nota para viajeros]: son muy baratas, las venden en los kioskos y ahorran mucho dinero a la hora de comunicarse con los hoteles o apartamentos.
Después, al llamar a nuestro amigo de Kompas Rent a Car empezó la parte de aventura del viaje: no había coches, no había reserva (que estaba hasta pagada) y por si fuera poco, el responsable decia que estaba en un funeral. Fiestón.
Lo siguiente incluye, llamadas a seguro de viaje y consulado, búsqueda de otro coche, denuncia en la policía y viaje al aeropuerto a buscar coche y recoger al cuarto miembro del equipo para el viaje.
No con poca fortuna el viaje al aeropuerto fue la solución a todos los problemas, apareció un coche de la nada, el equipaje de los 4 quedaba como un guante en el maletero y la salida hacia el parque nacional de Plitvice fue fluida y sin perdernos.
Un aplauso, además, para Branco, nuestro anfitrión en el parque. Nos espero amablemente hasta las dos de la madrugada y no contento con eso, nos fue a buscar a la carretera para que no nos perdiéramos buscando el apartamento.
El sol volvio, al principio con timidez, despues con mas fuerza (agosto no nos defraudes) así que la mañana ha sido tranquila, con un paseito por el palacio de Belvedere y el Ring, unos cuantos recados hechos en el super y cargar con las mochilas y maletas hasta la estación para salir rumbo a Graz.
El objetivo principal del viaje es recorrer Croacia pero a modo de parada improvisada pasamos una noche en Graz y tanto esa noche como el día siguiente han sido de cámara al hombre y kilometros de arriba a abajo para no perder detalle de la ciudad junto al río Mur.
Graz es una ciudad pequeña, de estudiantes y con una mezcla muy conseguida entre la clásica ciudad austriaca y la modernidad de haber sido capital europea de la cultura en 2003. Ese contraste se nota sobre todo en la comparación entre el museo de arte contemporaneo (Kunsthaus) y la Isla artificial en el rio y el Castillo en lo alto de la ciudad (schloßberg).
Para rematar la parte austriaca del viaje, nos hemos dado un homenaje en una de las Buschenschank de la ciudad y así, de paso, matar el hambre para el viaje de 4 horas hasta Zagreb.
Vaya dos días, especialmente el martes, con los que nos ha bendecido el tiempo en Viena.
empezó bien con sol de justicia y calorcito del bueno para pasear, nos echamos a las calles y nos comimos todo el centro de la ciudad en un ratejo: catedral, opera, karlsplatz y naschmarkt. Rematado todo con un DönerSandwich enorme y una cerveza, para alimentar el espiritu.
De tarde y por esas cosas que pasan, nos tomamos un par de cervezas en el MuseumsQuartier con Susana e Ignacio, dos ex-compañeros de trabajo que estan de gira por Austria estos días. En mis últimas 5 visitas a Valladolid habia tratado de quedar con ellos, pero nunca se pudo, en Viena si.
El primer día pasó factura, especialmente a Sergio pero despues de una siesta improvisada, acabamos cenando Sushi para completar la jornada 1 del viaje.
Por si fuera poco el palizón del lunes, la noche del mismo nos reservó un chaparrón de despedida y prólogo del día siguiente.
El martes ha sido gris, languido, lluvioso, plomizo, espeso y hasta frio. Un asco, con palabras llanas pero estamos a principios de viaje y hay energia suficiente para echarle pelotas al asunto.
Esto es, pelotas y a Schönbrunn, el palacio de Sisi, para enterndernos. Una salvajada de palacio enorme con unos jardines inmensos y coronados por la Gloriette, ahora una cafeteria de lo mas clásico con una vista panorámica de la ciudad.
Y con esto todo, porque no dio tiempo para mas… turismo. La cena fue tiempo para relax, cervezas, comida tradicional austriaca, risas y acordarse de la madre del que inventó la lluvia en vacaciones.
Preparar un viaje de casi un mes, vistos los ejemplos que últimamente aparecen de viajeros de mochila, no debería ser dificil pero supongo que para eso cada uno es un mundo. Así que cámara, algo de ropa, netbook y pa’lante.
El plan es recibir a estos dos en Viena un par de días, pasar un día en Graz y desde allí saltar a Croacia.
Hace varios meses me hice con el dominio, llevaba tiempo buscandolo y estaba bloqueado de alguna manera. Despues de comprarlo y de pensar en las mil cosas que iba a hacer llegó el típico bajón y hasta ahora que me ha dado el punto y llevo toda la semana a ello.
Así que esto es todo, de momento, ahora viene el tiempo de rellenarlo de material útil o por lo menos personal.